9 de abril de 2009

OS ELEFANTES E AS FORMIGAS


Com a devida vénia, a MIRIAM CELAYA, http://desdecuba.com/sin_evasion/


Sin dudas, los doce elefantes itinerantes de la manada del artista cubano José Emilio Fuentes son uno de los espectáculos más vistosos y espectaculares de la X Bienal de La Habana. Hoy en una importante intersección de la ciudad, mañana en una concurrida plaza, lo cierto es que esta otra peculiar manada goza de la aceptación general del público (¿empatía?) y no faltan quienes aseguran que echarán de menos su presencia cuando finalice el evento.
Las autoridades culturales han aprovechado la popularidad de los paquidermos para promover el éxito de la X Bienal. Toda la prensa oficial ha publicado fotografías de las distintas locaciones en que se han expuesto los famosos elefantes y la crítica especializada ha sacado más de una reseña sobre la inusitada muestra.
Sin embargo, los culturócratas se han cuidado muy bien de guardar silencio al público acerca de ciertas “hormigas” que también estuvieron en la presente edición de la Bienal. Claro que no se llamó así el performance organizado por la artista Tania Bruguera, también cubana, que fuera presentado en la noche del domingo 29 de marzo en el Centro Cultural Wilfredo Lam, en La Habana Vieja, pero sin dudas picaron como hormigas bravas las intervenciones de todos los que aprovecharon la oportunidad única que se ofrecía de hablar ante micrófonos, sin censura, durante un minuto.
Yo no estuve allí: los malos cabezas amigos míos que fueron y se expresaron no tuvieron tiempo de avisarme, o simplemente no se acordaron, así que perdí esta magnífica oportunidad de celebrar un minuto de libertad de expresión. Los perdoné porque, gentilmente, enseguida me hicieron llegar el video donde pude disfrutar el espectáculo de estas hormigas aplastantes haciendo oír sus voces, clamando por libertades elementales de las que carecemos, burlando el cerco oficial, ridiculizando la censura que insiste en atenazarnos pero que ya no puede contener la necesidad creciente que tiene la gente de expresarse. Nadie podía imaginar que una vez roto el hielo, tantas personas anónimas del público se animaran a subir a un podio para denunciar la censura y la falta de libertades y de derechos, que un joven declararía que nunca antes se había sentido tan libre, que otro ciudadano declarara abiertamente “Tengo miedo” y que el público coreara: “¡Libertad, Libertad, Libertad!”. Un minuto por orador se multiplicó por muchos minutos de eco en el alma de todos los presentes. Lo sé porque yo sentí una emoción infinita mientras miraba el pequeño video. Fue entonces que comprendí que también yo estaba allí.
No hubo desórdenes ni revueltas, ningún representante del “pueblo indignado” tomó allí los micrófonos (ni siquiera por 30 segundos) para acusar a los participantes de mercenarios intentando subvertir el orden o -al menos- para expresar su desacuerdo. El numeroso público que colmaba las viejas galerías y rebosaba el zaguán, aplaudía delirante. Los transeúntes callejeros entraban incrédulos y sorprendidos, atraídos por lo que escuchaban en los altavoces: la libertad tiene mayor poder de convocatoria que cualquier consigna. Muchos rostros jóvenes pude ver entre el público excitado y feliz: adrenalina y esperanza; expresiones que no he encontrado entre los rostros que admiran a los elefantes. No es nada personal; a mí también me gustan mucho los elefantes de José Emilio, ¡pero qué pisadas tan firmes las de aquellas hormiguitas que sacudieron la X Bienal en la memorable noche del 29 de marzo!
Ilust. al post. _”Libertad guiando al pueblo”, de Delacroix. Curiosamente una copia de este cuadro eminentemente subversivo se expone en las rejas del Castillo de la Real Fuerza, a solo metros del Centro Wilfredo Lam.